Microrrelatos Halloween


Disfrutando Halloween
Cat J. B

La Bruja observaba su obra con una sonrisa de suficiencia. El desmembramiento podía ser un trabajo un poco sangriento; pero valía la pena, de eso no había dudas. Nada como una sinfonía de gritos de dolor para alegrarle el día.
La sierra eléctrica que tenía en las manos aún zumbaba debido a la laboriosa actividad, pero su sed de sangre se encontraba momentáneamente saciada. Ante sí se extendían cinco pares de brazos y piernas (muchos de ellos doblados en ángulos extraños ya que les había quebrado los huesos antes de empezar a cortarlos, para añadir un toque de diversión) y cinco cabezas infantiles. Su favorita era la del niño más pequeño —de vívidos y saltones ojos del mismo color que el pasto sobre el cual descansaba— puesto que sus facciones eran el reflejo del más absoluto terror, con los labios curvados en una deliciosa mueca que denotaba sufrimiento. Todos los torsos junto a sus asquerosas vísceras también manchaban el pasto de sangre, pero pronto serían lanzados al río para que la naturaleza los descompusiera. Para las cabezas y los miembros tenía ideas mucho más interesantes.
La Bruja dejó la sierra en el suelo sin mucha ceremonia y lanzó una mirada de disgusto a su vestido, antes amarillo pálido, ahora empapado de rojo oscuro. Era una verdadera lástima que no pudiera volver a usarlo. Caminó descalza entre la masacre, disfrutando la sensación de los charcos de líquido oscuro bajo sus pies, y acomodó las distintas partes de los niños en montones ordenados.
~ • ~
Un rato después, La Bruja cargó las cabezas y miembros en la misma carretilla naranja que había utilizado para llevar los torsos al río. Emprendió el camino hacia su cabaña silbando una canción infantil, mientras cavilaba sobre todos los preparativos restantes para el festejo de Halloween.


Microrrelato 1
katherin

Mirando hacia atrás, pienso que fue una mala idea, ¿pero a quien rayos se le iba a ocurrir salir en esta tormenta para coger la leña que estaba en los establos? A mí, por supuesto. Pero era eso o congelarme el trasero. Me coloque las botas de caucho y ajusté la capucha del impermeable rosado. Abriendo la puerta, salí corriendo, rogando no resbalarme en el barrizal que había ocasionado la tormenta. Finalmente llegue y abrí una puerta pequeña que daba hacia la parte de atrás. Con una sacudida, la cerré detrás de mí y me apresuré a buscar una linterna para alumbrar el camino. Siempre la dejaba colgando al lado de la pared, pero al intentar buscarla no la encontré—. ¡Demonios! —masculle para mí misma.
—Una chica tan bonita como tú no debería estar deseando ese tipo de compañía —dijo una voz desde las sombras del establo.
Si me hubiera podido ver en un espejo, sabría que mi piel se había puesto más pálida que de costumbre. Un intruso, lo que me faltaba.
—¿Quién está ahí? Muéstrese. —Demandé. Apretando los puños y colocándome en una posición defensiva. Me maldije internamente por no haber traído algo con lo que pudiera defenderme.
Una risa resonó desde mi lado derecho, más cerca de lo que hubiera querido, y entonces algo me agarró por la espalda del impermeable jalándome en las sombras. El grito que pegué me habría dejado en vergüenza en otras circunstancias, pero ahora estaba aterrada y tratando de golpear a quien fuera con mis manos y pies.
—¡Ah! Tenemos una pequeña guerrera. Al amo le vas a gustar, después de todo su fiesta de Halloween se aproxima, un lindo regalo —dijo la misma voz. Antes de que pudiera hacer algo más, fui consciente de que mis pies se elevaron del suelo y una fuerza me arrastró aún más profundo en las sombras del establo de lo que hubiera podido considerar posible.


Microrrelato 2
katherin

Era una noche oscura, así como mi alma, la misma que quedó vacía en agonía por la muerte de Akar, pero aun viendo su cuerpo sin vida en mis brazos, sabía que podía arreglarlo, podía traerlo de vuelta, solo necesitaba el hechizo adecuado y la fecha adecuada, 31 de octubre, ni más ni menos. Como bruja eso no me era difícil, lo complicado era traerlo de vuelta solo a él, tenía miedo de lo que pudiera desatar, pero le tenía más miedo de perderlo. De rodillas, contra el duro suelo, me hallaba rodeada por piedras angulares, que servían como puente hacia el otro mundo. Acaricie el rostro de Akar, aquel hombre que había muerto por mi culpa, el hombre que me amaba y lo había dado todo por mí, recordé sus hermosos ojos azules y como ellos me habían mirado con amor, apreté la mandíbula decidida a hacerlo, pase una mano por su cabello negro, mientras lo depositaba suavemente en el suelo y le di un beso en la frente. Lo traería de vuelta sin importar las consecuencias. Me puse de pie, decidida a invocar al mismísimo infierno en la tierra y valdría la pena.
Tomé una respiración profunda y cerré los ojos, mientras mis ojos espirituales se abrían hacia el otro mundo, de inmediato me di cuenta de que algo me estaba esperando, me sentí observada, pero no pude identificar que era, no tenía tiempo, tenía que continuar. Me llevó un tiempo localizar su alma, pero la encontré, lo que vi, hubiera hecho que mi cuerpo cayera de rodillas y llorara por la injusticia que estaba viendo: hordas de demonios estaban comiéndose su alma, sus gritos resonaban en mis oídos como cuchillos atravesando mi corazón, una y otra vez, me sentí desfallecer, él estaba pagando por mis pecados y conociendo mi destino, lo había cambiado libremente por el suyo, y aquí estaba él, con sus entrañas abiertas, servido como el plato principal mientras que las garras lo cercenaban. Sin poder huir. Pero no más, levanté las manos e invoqué mi poder, el mismo que me había negado a usar hasta entonces, el que provenía de Lucifer, mi padre.


Mejores amigas hasta la muerte
SoulOfRainbow

Sus dedos temblaban mientras metía otro cartucho a la escopeta en sus manos. Intentaba no hacer ruido, atenta a los otros sonidos dentro de la casa, pero la furiosa tormenta en el exterior hacía que cualquier indicio de la presencia de alguien más quedara ahogado en sus truenos, junto con sus sollozos de miedo.
Aún podía ver la sonriente cara de su mejor amiga mientras leían ese extraño libro que habían encontrado dentro de la casa abandonada en la que se metieron. Creyeron que la nota de advertencia en la tapa era sólo una tonta broma de Halloween, pero al leer las primeras páginas de inmediato supieron que algo iba mal. Al menos, ella lo notó. En especial cuando su amiga voló por los aires, su cabeza estallando contra el suelo cuando cayó de regreso.
Las velas no eran parte de la decoración, sino una trama bien ideada para liberarse de alguna clase de maldición, involucrando a dos inocentes que nada tenían que ver y un libro maldito.
No podía decir quién era la mente tras eso, pero oculta en el ático, pudo oír a la persona quien ideo el plan explicarlo todo para sí mismo y aferrarse al alivio, creyendo que finalmente estaba libre y que ambas chicas estaban muertas. Claro que poco le duró, o eso supuso ella, cuando oyó gritos de agonía venir del responsable.
Estaba siendo atacado. Asesinado. Devorado. Por su mejor amiga.
Siempre le quedaría en su recuerdo los ojos de su amiga volviéndose blancos, vacíos, su cuerpo levantándose de la muerte, doblándose en ángulos extraños, como si no le perteneciera. Apenas pudo escapar de ella.
Y ahora la oía. Acercándose. Subiendo a por ella.
La puerta del ático se abrió y la chica no pensó dos veces al jalar del gatillo.
Su mejor amiga yacía en un charco de sangre ahora, muerta de nuevo. Muerta finalmente.


El silbido
SoulOfRainbow

Lo oyó. Lo oyó de nuevo. A cada paso que daba, él lo oía. No importase cuanto se cubriera los oídos, no importaba cuanto hiciera para detenerlo. Ese silbido se repetía una y otra vez, una tétrica canción que estaba haciendo estragos con su mente.
Se estaba volviendo loco.
Observó a través de la ventana a los niños acercarse a la puerta de su casa a pedir dulces, disfrazados de distintas criaturas y animales. El timbre sonó, y la simple melodía lo hizo correr hacia allí, intentando detenerlo. Abrió la puerta con brusquedad, gritando palabras para que se detuviera y haciendo que los niños corrieran desesperados por alejarse.
Eso no bastó, la melodía siguió. Cada vez más fuerte, cada vez más cerca.
Desesperado, corrió hacia su cobertizo y tomó el hacha oxidada que raramente usaba. Él sabía que esos niños estaban jugando con él, intentando reírse a su costa, burlándose mientras silbaban esa melodía.
Esperó en su puerta a que otro grupo de chicos llegara. Adolescentes, estos eran los bromistas que jugaban con su cabeza. Antes de que lograran sonar el timbre, abrió la puerta y movió su hacha hacia el frente. El brazo del chico más cercano cayó como si fuese falso, como otra decoración más en un patio infestado de adornos.
Esto no era falso.
Los gritos de los chicos mientras el hombre continuaba con su hacha no cesaron, la sangre salpicando su rostro, pero fueron ignorados, creyendo que sólo era un espectáculo por la celebración.
Acabó con cada uno de ellos, pero finalmente notó que el silbido no cesaba.
Lo supo entonces: estaba dentro de su cabeza y sólo había una forma de detenerlo.
Preparando el hacha, la asestó con fuerza contra su frente. La sangre brotó de la herida, cubriendo todo su rostro, inundando todo lo demás.
El silbido finalmente se calló.
El diablo, apoyado contra una pared, complacido con el espectáculo, dejó de silbar y continuó con su camino.